Dubai reaviva las pesadillas de la banca.
Pedro Calvo
La altura de sus rescacielos y su lujo apuntaban al cielo. Pero toda burbuja tiene su límite, y la de Dubai lo ha alcanzado. El problema es que su pinchazo se produce en un contexto financiero todavía demasiado vulnerable.
"El objetivo de Burj Dubai no es simplemente ser el edificio más alto del mundo. Es encarnar las mayores aspiraciones del mundo". Ninguna metáfora ilustra mejor la realidad reciente de Dubai. Apuntaba al cielo, como Burj Dubai, que lo acariciaba con sus 818 metros de altura y que lo tiene todo preparado para su inmediata inauguración, prevista para el próximo 2 de diciembre.
¿Una pesadilla?
Todo un sueño... del que las autoridades dubaitíes se han despertado esta semana de un plumazo. Tanta fastuosidad, reflejada en la construcción de hoteles de superlujo, de islas artificiales o de circuitos de Fórmula 1, no podía durar infinitamente. Y la burbuja, como todas, ha estallado.
Efecto dominó
La noticia se conoció el miércoles. Ese día, la inmobiliaria Nakheel anunció su intención de retrasar seis meses el pago del próximo vencimiento de su deuda, que debía producirse el 14 de diciembre y cuyo montante ascendía a 3.520 millones de dólares. En principio, una cifra que tampoco intimida tanto. Pero es que no es esa compañía la que preocupa, sino todo lo que hay detrás. Nakheel es una de las piezas del holding Dubai World, el brazo inversor con el que las autoridades pretenden reforzar la proyección local e internacional de las empresas del emirato. Y en su caso, la deuda total ronda los 60.000 millones de dólares, la mayor parte de la que tiene en conjunto Dubai, que oscila, según cálculos, entre los 80.000 y los 90.000 millones de dólares.
Estas cantidades son ya más serias. De ahí que la moratoria fuera vista como la mecha prendida de otra bomba financiera y que las bolsas temblaran el jueves con caídas del 3 por ciento. "La crisis de Dubai afecta a todos los mercados financieros. En esencia es otra burbuja que ha estallado", valora Anil Terway, responsable del Departamento de Desarrollo Sostenible del Banco Asiático de Desarrollo.
Otra vez la banca
Más en concreto, el punto de mira vendedor se centró, una vez más, en los bancos. ¿El motivo? Son los principales acreedores de Dubai World. El juego estaba servido. Consistía en identificar a las entidades más expuestas. Y dentro de la provisionalidad de las cifras hasta ahora conocidas, la lista está comandada por los bancos británicos. La encabeza HSBC, con una exposición de 17.000 millones de dólares. Le siguen Standard Chartered, con 7.800 millones; Barclays, con 3.600 millones; el estadounidense Citi, con 3.600 millones; y el también inglés Lloyds, con 1.600 millones. Otras entidades, como la holandesa ING, la francesa BNP Paribas, la alemana Deutsche Bank y la suiza Credit Suisse, han reconocido que su riesgo es "insignificante".
Este protagonismo se ha dejado notar en sus títulos. Así, el subíndice que agrupa al sector dentro del Stoxx 600 ha sido el peor de la semana, con una caída del 2,2 por ciento. Standard Chartered ha bajado un 5,8 por ciento; HSBC, un 3,5 por ciento; y Barclays, un 2,1 por ciento.
A la hora de valorar estos impactos, los expertos se mueven entre la calma y la cautela por la escasez de información oficial, algo que complica el diagnóstico. "Dubai es un agente económico demasiado pequeño para provocar un vuelco en los mercados", afirman desde Saxo Bank. Los analistas de Oddo también esgrimen otro argumento tranquilizador. "Hay 70 entidades entre los prestamistas. Por lo tanto, el préstamo total estaría bien sindicado", precisan.
Ahora bien, sin más información, las sospechas seguirán vigentes. "No hay claridad sobre lo que está ocurriendo exactamente. El emirato debe aclarar si se trata de una conversión voluntaria. Si hay una conversión forzada, implica una situación técnica de impago. Si no aclaran esto, a continuación todo el mercado querrá vender", advierte Emad Mostaque, gestor de Pictet Funds Medio Oriente y Norte de África. "Los bancos tenedores de deuda pasarán por un periodo de incertidumbre hasta que Dubai facilite mayor información y hasta que cada entidad vaya concretando sus riesgos", agregan desde Banca March.
Un riesgo latente
Mientras no se aclare la situación, el riesgo persistirá. Y el precio puede ser demasiado alto. Sobre todo, por las especulaciones que puede nutrir. La primera, la posibilidad de que los fondos soberanos de Oriente Medio salgan de las compañías occidentales en las que han invertido en los últimos años. La segunda, la amenaza de que el mundo se enfrente al mayor impago público desde el protagonizado por Argentina en 2001. La tercera, las dudas que pueden envolver de nuevo a la banca en un contexto en el que su situación todavía es endeble. Y la cuarta, que vuelva la aversión por el riesgo y los inversores den el año por terminado en activos como la bolsa, con el consiguiente peligro de que alimentar una corrección mayor. En este sentido, Mohammed El-Erian, co presidente ejecutivo de Pimco, opina que los problemas de Dubai pueden ser "un catalizador para la corrección en los mercados, pero no un anticipo de una nueva crisis".
Eso sí, por limitado que sea, su impacto ha demostrado una realidad. "Supone un aviso para los bancos centrales, porque ha demostrado que la confianza sigue siendo muy frágil", valora José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. "Debe tener consecuencias en el discurso de las autoridades sobre la retirada de las medidas de tipo cuantitativo que han sido fundamentales para la recuperación de los mercados", coincide José Luis Martínez, estratega de Citi en España.
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